Removiendo los pensamientos distractores (MN 20)


Asi he oído: que en una ocasión estaba el Bienaventurado en el monasterio de Anathapindika, en el bosque de Jeta en Savatthi. Allí se dirigió a los monjes: “Monjes”.
“Sí, señor”, respondieron los monjes. El Bienaventurado dijo:
“Cuando un monje está concentrado en la mente elevada, hay cinco temas a los que debería atender en el momento adecuado. ¿Cuáles cinco?”.
(i) “Se puede dar el caso de que ciertos pensamientos inútiles, malos (compuestos de deseo, repugnancia e ilusión) aparezcan en la mente de un monje mientras éste se halle refiriéndose y atendiendo a un tema en particular. Él debería apartarse de este tema y atender a otro que sea útil. Cuando esté atendiendo a este otro tema, apartado del otro, en relación con lo que es útil, entonces los pensamientos malos e inútiles (compuestos de deseo, repugnancia e ilusión) son abandonados y cesan. Con el abandono, él aquieta su mente desde dentro, la calma, la unifica y la concentra.
“De la misma forma que un carpintero o su aprendiz usarían una pequeña estaca para extraer, expulsar y sacar una grande, así si ciertos pensamientos inútiles, malos (compuestos de deseo, repugnancia e ilusión) aparecen en la mente de un monje mientras éste se halle refiriéndose y atendiendo a un tema en particular, él debería apartarse de este tema y atender a otro que sea útil. Cuando esté atendiendo a este otro tema, apartado del otro, en relación con lo que es útil, entonces los pensamientos malos e inútiles (compuestos de deseo, repugnancia e ilusión) son abandonados y cesan. Con el abandono, él aquieta su mente desde dentro, la calma, la unifica y la concentra.
(ii) “Si ciertos pensamientos inútiles, malos (compuestos de deseo, repugnancia e ilusión) aún aparecen en la mente de un monje mientras éste se halle atendiendo a este otro tema que sea útil, debería examinar los inconvenientes de esos pensamientos: ‘En verdad que estos pensamientos míos son inútiles, estos pensamientos míos son dignos de censura, estos pensamientos míos traerán sufrimiento’.
“Y mientras examina los inconvenientes de estos pensamientos, estos malos e inútiles pensamientos (compuestos de deseo, repugnancia e ilusión) son abandonados y cesan. Con el abandono, él aquieta su mente desde dentro, la calma, la unifica y la concentra.
“Así como una mujer (o un hombre) aficionada a los adornos, estaría horrorizada, humillada y disgustada si la piel de una serpiente o de un perro o de un ser humano fuera colgado de su cuello, así también, si en la mente de un monje que esté atendiendo a este otro tema relacionado con lo que es útil aparecieran pensamientos malos e inútiles (compuestos de deseo, repugnancia e ilusión), él debería examinar los inconvenientes de tales pensamientos: ‘En verdad que estos pensamientos míos son inútiles, estos pensamientos míos son dignos de censura, estos pensamientos míos traerán sufrimiento’. Y mientras examina los inconvenientes de estos pensamientos estos malos e inútiles pensamientos (compuestos de deseo, repugnancia o ilusión) son abandonados y cesan. Con el abandono, él aquieta su mente desde dentro, la calma, la unifica y la concentra.
(iii) “Si ciertos pensamientos inútiles, malos (compuestos de deseo, repugnancia o ilusión) aún aparecen en la mente de un monje mientras éste se halle examinando los inconvenientes de estos pensamientos, no debería hacerles caso ni debería prestarles atención. Al no hacerles caso ni prestarles atención, tales pensamientos malos e inútiles son abandonados y desaparecen. Con el abandono, él aquieta su mente desde dentro, la calma, la unifica y la concentra.
“Es como cuando un hombre, con buenos ojos, no quiere ver formas que estén al alcance de su vista y cierra los ojos o mira a otro lado. De la misma forma, si ciertos pensamientos inútiles, malos (compuestos de deseo, repugnancia o ilusión) aún aparecen en la mente de un monje mientras éste se halle examinando los inconvenientes de estos pensamientos, no debería hacerles caso ni debería prestarles atención. Al no hacerles caso ni prestarles atención, tales pensamientos malos e inútiles son abandonados y desaparecen. Con el abandono, él aquieta su mente desde dentro, la calma, la unifica y la concentra.
(iv) “Si ciertos pensamientos inútiles, malos (compuestos de deseo, repugnancia o ilusión) aún aparecen en la mente de un monje aunque éste preste atención a estos pensamientos, debería relajar el proceso de fabricación de estos pensamientos. Al relajar el proceso de fabricación de estos pensamientos, tales pensamientos malos e inútiles son abandonados y desaparecen. Con el abandono, él aquieta su mente desde dentro, la calma, la unifica y la concentra.
Así como a un hombre que estuviera caminando rápidamente pensara “¿Por qué estoy caminando rápidamente? ¿Por qué no camino despacio?” Y caminara despacio; y pensara “¿Por qué estoy caminando despacio? ¿Por qué nome paro?” Y se parara; y pensara “¿Por qué estoy parado? ¿Por qué no me siento?” Y se sentara; y pensara “¿Por qué estoy sentado? ¿Por qué no me tumbo?” Y se tumbara. De este modo, abandonando la postura más grosera, adoptara la más refinada.
“De la misma forma, si ciertos pensamientos inútiles, malos (compuestos de deseo, repugnancia o ilusión) aún aparecen en la mente de un monje aunque éste preste atención a estos pensamientos, debería relajar el proceso de fabricación de estos pensamientos. Al relajar el proceso de fabricación de estos pensamientos, tales pensamientos malos e inútiles son abandonados y desaparecen. Con el abandono, él aquieta su mente desde dentro, la calma, la unifica y la concentra.
(v) “Si ciertos pensamientos inútiles, malos (compuestos de deseo, repugnancia o ilusión) aún aparecen en la mente de un monje aunque éste se halle relajando el proceso de fabricación de estos pensamientos, entonces, apretando los dientes y presionando la lengua contra el paladar, debería aplastar, doblegar y machacar estos pensamientos con su conciencia. Al aplastar, doblegar y machacar estos pensamientos con su conciencia, apretando los dientes y presionando la lengua contra el paladar, tales pensamientos malos e inútiles son abandonados y desaparecen. Con el abandono, él aquieta su mente desde dentro, la calma, la unifica y la concentra.
“Como un hombre fuerte que levantara a un hombre más débil por la cabeza, la garganta o los hombros, podría derribarle, doblegarle y aplastarle; de la misma forma, si ciertos pensamientos inútiles, malos (compuestos de deseo, repugnancia o ilusión) aún aparecen en la mente de un monje aunque éste se halle relajando el proceso de fabricación de estos pensamientos, entonces, apretando los dientes y presionando la lengua contra el paladar, debería aplastar, doblegar y machacar estos pensamientos con su conciencia.
Al aplastar, doblegar y machacar estos pensamientos con su conciencia, apretando los dientes y presionando la lengua contra el paladar, tales pensamientos malos e inútiles son abandonados y desaparecen. Con el abandono, él aquieta su mente desde dentro, la calma, la unifica y la concentra.
“Así, cuando un monje… prestando atención a otro tema… investigando los inconvenientes de estos pensamientos… no haciéndoles caso ni prestándoles atención… relajando el proceso de fabricación de pensamientos… derribando, doblegando y aplastando su mente con su conciencia… aquieta su mente desde dentro, la calma, la unifica y la concentra: de él se dice que es un monje con dominio sobre las formas del proceso de pensamiento. Piensa lo que quiera y abandona el pensamiento que no quiera. Ha cortado el ansia, se ha despojado de los grilletes y (penetrando correctamente la vanidad) ha acabado con el sufrimiento y el estrés”.
Esto es lo que el Bienaventurado dijo. Agradecidos, los monjes se deleitaron en las palabras del Bienaventurado.

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"Ajahn Brahmali reads MN20: removal of distracting thoughts"

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