Karma: La ley de causa y efecto


Karma
Karma (sanscrito: karman, pali: kamma) que traducido significa hecho o acción es una palabra de moda en nuestra cultura occidental y que frecuentemente se interpreta como una energía superior que afecta el curso de nuestras vidas y que determina sobre clemencia o libertad.

En el budismo la palabra Karma describe el principio de causa y efecto. Una ley según la cual toda acción, sea física o espiritual, tiene sus respectivas consecuencias. Ósea que en el budismo somos nosotros mismos los que a través de sus intenciones y acciones crean Karma. Karma que conlleva mas vinculación en el mundo de samsara que por lo tanto implica sufrimiento. Por lo tanto si el budismo de las diferentes tradiciones tiene una meta común, esa es dejar de producir Karma. ¿Pero como conseguir dicha meta? Según el budismo antiguo, el Karma es la consecuencia del apego a los tres venenos del espíritu: la avidez, la rabia y la ignorancia y para abandonar Samsara es necesario abandonar completamente estos venenos del espíritu. Una apuesta que a primer instancia suele estar completamente opuesta al Budismo Mahayana y con ello al Zen. Esto porque según la comprensión del Zen el deseo a desapegarse es en si fuente de apego y de ilusión y por lo cual todo intento de escapar de Samsara implica la creación de un nuevo circulo de Samsara. Razón por la cual en el Zen los cinco skandhas, la forma, la apariencia material, los sentidos, la apariencias espirituales y la conciencia, son expresiones de la impermanencia y de la falta de existencia independiente y por ello deben ser el objeto de la práctica. Según el maestro Dogen, solo de esta manera, aceptando todos nuestros apegos como fuente de nuestra práctica, es posible encontrar Nirvana en Samsara y alcanzar la verdadera paz.
Mucha veces se pregunta desde la perspectiva occidental si en el Zen, al ser una religión del aquí y ahora, existe la ética y la moral. Y efectivamente resulta difícil hablar de la moral y la ética sin ser en el mismo instante inmoral. Esto dado que la realidad de este instante va más allá de cualquier concepto, más allá de la ética y más allá de la moral. La realidad de este instante es inmensurable y todo intento de encajarla en conceptos o en reglas separa Samara de nirvana y lleva así a más Karma. Por lo tanto en el Zen no se trata de lo que debiésemos hacer o no hacer si no que más bien sobre la realidad del aquí y ahora. En este sentido en el Zen no se trata de discutir sobre ética o lo que esta bien y lo que esta mal, si no que simplemente en no hacer el mal y hacer el bien. ¿Que significa entonces hacer el bien? Una pregunta sobre la que trata la siguiente historia:
Un día, preguntado por un poeta, cual será la gran intención del Buda Dharma, respondió el maestro Dorin:
– Abstenerse a cometer el mal. Hacer el bien.
A esto respondió el poeta:
– Si es así, esto hasta un niño de 3 años lo puede decir.
El maestro Dorin respondió:
– Un niño de tres años puede decir que es la verdad, pero ni un hombre de ochenta años la puede realizar.
Después de esta enseñanza el poeta se prosternó ante el maestro y luego se fue.
El poeta tal vez no lograba comprender lo que quería decir el maestro y pensaba que cuando el maestro le estaba diciendo no cometer el mal y hacer bien, le estaba enseñando una moral que tenia como meta hacer el bien y no hacer el mal. Pero el maestro solo describía la realidad desde una situación de no cometer el mal, dado que es solo la inmaculada realidad donde se expresa la ley de causa y efecto y no en un concepto sobre la moral. Para comprender este hecho es necesario realizar Sunyata. Aquel vacío que nos enseña que el pensamiento que nos dice que la liberación de Samara resulta de la abolición del apego, no es otra cosa que un concepto más. Un concepto que crea una frontera entre Nirvana y Samsara y que nos impide encontrar la verdadera paz. Abandonar cualquier concepto que aparezca en la mente, a eso le llamamos confianza en nuestra tradición. Abandonarse con plena confianza a la corriente de causa y condición es el lugar de donde nacen la sabiduría y la compasión.

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